Comentario
Tras lograr la emancipación, las jóvenes repúblicas iberoamericanas aun habrán de afrontar un proceso de construcción nacional que pasa por definir nuevas estructuras económicas y políticas. La base de sus economías la hallarán en las exportaciones, principalmente de productos agrarios, si bien las necesidades de financiación será una fuente de conflicto en el futuro al subordinar las diferentes soberanías nacionales al poder de Gran Bretaña y Estados Unidos, principalmente.
Por otro lado, el proceso de construcción política, tras la larga etapa administrativa colonial, será largo y costoso. Los grupos oligárquicos pugnarán por mantener su situación de privilegio económico y político, si bien, fruto del desarrollo urbano e industrial, nuevos grupos reivindicarán su derecho a participar en el juego de poder. Grupos urbanos y sindicatos intentarán hacer valer sus derechos frente a las oligarquías tradicionales.
Las guerras de independencia dejan fronteras tenuemente trazadas entre países aun en busca de definición e identidad. Los conflictos territoriales serán una cuestión habitual a finales del siglo XIX y principios del XX.
Por su parte, Estados Unidos experimenta un desarrollo sin precedentes y con una rapidez inusitada. En unas pocas décadas, su potencial industrial le permite ponerse a la cabeza del mundo como la nación más desarrollada. Sin embargo, graves desigualdades internas minan la solidez del sistema, si bien generan respuestas de carácter progresista -sufragio universal, prensa libre, etc- que más tarde serán adoptadas en otras naciones.